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sábado, 7 de julio de 2012

Corresponsales de guerra VI


Al hilo del documental de Huston, habría que analizar casos de falsificación y así ayudar al lector a poder identificar en el futuro si una foto o película esta preparada o reconstruida, o al menos tener una duda razonable. No se pretende demonizar ni acusar de falsificadores a los camarógrafos, ya que de hecho el porcentaje de material falsificado es mínimo considerando la ingente cantidad de imágenes que se tomaron en la guerra. Pero para algunos es difícil no haber caído en la tentación de hacerlo. No solo debían fotografiar la guerra sino que, además, debía parecer a las de Hollywood.


Pero por mucho riesgo que se asumiera al filmar, era imposible conseguirlo. Las condiciones del combate hacían muy difícil obtener planos espectaculares. Para empezar, en un campo de batalla todos los participantes se encuentran escondidos y agazapados. Algunos fotógrafos comentaban después de la guerra que lo que más les sorprendió fue su vacío. Nadie veía a nadie, y si lo hacían significaba una muerte segura. Los soldados y cañones con sus colores verde oliva, se camuflaban y mimetizaban con el terreno, apareciendo poco fotogénicos.  



Las balas y proyectiles también eran invisibles, e incluso era complicado tomar una foto de una explosión de mortero o artillería por la imposibilidad para determinar el punto exacto donde caería. Muchas escaramuzas ocurrían de noche, cuando no se podían filmar, y cuando las tropas se movían de día, lo hacían en pequeños grupos que se arrastraban o efectuaban pequeñas carreras irregulares entre una posición y otra. Esto era tan dificultoso de registrar como los movimientos de carros de combate o embarcaciones, que avanzaban en formaciones tan dispersas que no se podían abarcar en su totalidad.



De día, el combate transcurría a distancias tan grandes que se escapaban al ojo de la cámara. Y si se producían a corta distancia, los camarógrafos estaban demasiado ocupados refugiándose del fuego enemigo para poder trabajar, como les ocurrió a la mayoría de los que desembarcaron en Omaha Beach con las primeras oleadas. Esta situación era típica en el frente italiano, donde uno de los que sirvieron para Huston comentó que se encontraba tanto tiempo con la cara pegada al suelo sin poder filmar que cuando se ponía de pié, la altura le daba vértigo. A diferencia de Hollywood, donde se podían controlar las condiciones de luz, los fondos adecuados y el momento del ataque “enemigo”, lo único que se podía asegurar de una batalla es que era imprevisible.



Estas circunstancias hicieron a algunos caer en la tentación, a pesar de que dichas practicas estaban tajantemente prohibidas por los mandos bajo pena de sanciones administrativas. Durante la batalla de las Ardenas, una unidad de fotógrafos de combate estadounidense transportó en su jeep a un alemán muerto durante varios días, colocándolo como “decorado” en algunas fotos para imprimir realismo. Otros introducían granadas de humo dentro de un carro destruido y pedían a los soldados cercanos que corriesen a su lado para recrear una escena de combate.



Del lado alemán el caso mas conocido y flagrante fue el de un equipo de la PK que durante la misma batalla acompañó a la 1ª división panzer SS en su avance. Las imágenes se tomaron el 18 de diciembre de 1,944 en una franja de carretera entre Recht y Poteau, en territorio belga. Posteriormente, el equipo de la PK sería capturado por hombres de la tercera división acorazada estadounidense. El material fue mostrado al publico en el documental llamado The enemy strikes (El enemigo golpea) y causó estupor, pues los soldados comparten cigarrillos Lucky Strike “liberados” de un convoy de jeeps y half-tracks estadounidenses, que aparecen destrozados y ardiendo. Las fotos también son conocidas y aparecen en todos los libros sobre la batalla. Todas ellas fueron escenificadas. El grupo de vehículos en llamas ofrecía al fotógrafo un excelente “fondo” para hacer tomas impactantes, y al igual que actores, hacia posar a los soldados en actitud de atacar a un imaginario enemigo, a veces incluso en la dirección opuesta al frente real.



John Huston también cayo en la tentación. Él y su equipo estuvieron en el combate, pero a pesar de asumir un gran riesgo, no consiguieron filmar ninguna escena interesante, solo explosiones lejanas de artillería y tomas de muertos y heridos. Para poder explicar la batalla, tuvieron que representarla. Los soldados de la 36 división tuvieron unos días de descanso en el cercano pueblo de Caiazzo, y fueron utilizados como actores en la farsa de la lucha que acababa de ocurrir. Toda la escena de la batalla por mantener la cima 1205 fue falsificada. Se pueden observar los soldados con los uniformes demasiado limpios para haber estado varios días en combate. Aparecen reptando cautelosamente entre los matorrales, pero increíblemente están siendo filmados desde arriba – de pie -, lo que constituye una incongruencia. Una secuencia donde los soldados se encuentren a cubierto de un supuesto enemigo y, sin embargo, el camarógrafo de encuentre en una posición alta y al descubierto, esta probablemente preparada. Esto sirve también para fotografías, en algunas de las cuales se observan varios soldados agazapados en la esquina de una calle mirando supuestamente en dirección enemiga, estando tomadas a dos metros fuera de la calle, en plena línea de fuego.



Otras escenas de "San Pietro" muestran explosiones que ocurren a 10 metros del operador, y la cámara ni siquiera tiembla, mientras que en otras más lejanas, se sacude de forma poco convincente. Uno de los hombres que trabajó con el director explicó que esas sacudidas fueron hechas por el expeditivo método de golpear repetidamente la cámara. Huston prefería las granadas de fósforo, mucho mas fotogénicas que las de fragmentación, y las utilizó profusamente. En todas las explosiones de este tipo, la cámara se mantiene firme como una roca. Dado que el camarógrafo no utilizaba trípode en situación de combate, se puede determinar si la escena es autentica cuando la cámara se sacude o baja bruscamente a un ángulo inferior, indicando que el operador esta tomando una posición más segura mientras filma. Si, por el contrario, la escena muestra un combate pero la toma es rígida y sin oscilaciones, probablemente es falsa.



En San Pietro existen asimismo muchos planos repetidos, pero dados la vuelta para que no se note, pudiéndose identificar por el gran numero de soldados zurdos. Si se observa atentamente, en muchos documentales aparecen tropas disparando con el fusil sobre el lado izquierdo, carteles de las calles o números de los aviones al revés, lo que demuestra que se han manipulado, quizás porque se prefería que los soldados siempre avanzaran de izquierda a derecha, el recorrido normal de la vista en los occidentales al leer, o para repetir tomas sin que se note.



En algunas escenas de las baterías disparando, los servidores aparecen con uniformes de verano, hecho extraño teniendo en cuenta que era diciembre, y uno de los inviernos mas fríos que se recuerdan en esa época en la zona. Esta variación de uniformes y su relación con el periodo del año en la que se luchó nos puede ser de gran ayuda para identificar si las imágenes que se nos muestran se corresponden a una determinada batalla, o si son “rellenos” de otras. A falta de imágenes de transición – concentración de tropas antes de la batalla, material siendo transportado y acumulado a la zona de combate, artillería o morteros disparando – se suelen usar los archivos de otros enfrentamientos, y dar así continuidad a la historia. Como ejemplo, mencionar que en muchos documentales modernos sobre la batalla de Normandía se muestran paracaidistas saltando en pleno día, cuando es conocido que todos los lanzamientos ocurrieron de noche.



Aparte de estas pruebas, existen testimonios de los ayudantes de Huston recogidos muchos años después de la guerra que confirman la falsedad de muchas escenas. Contaron que incluso la del rescate de la mujer entre las ruinas de su casa fue realmente filmada en el pueblo de Caiazzo, cuando aviones de la USAAF lo bombardearon por error, matando a muchos civiles. En vez de reconocer que no pudo tomar imágenes o indicar que fueron preparadas, lo ocultó incluso a los mandos del Signal Corps. Lo contrario que John Ford en su documental December 7th en el que, con la autorización superior, construyó un escenario con barcos en miniatura para recrear del ataque japonés a Pearl Harbor, al no existir prácticamente ninguna imagen por su carácter sorpresivo. Frank Capra también reconoció que en el documental conjunto británico-estadounidense Tunisian Victory (Victoria tunecina) tuvo que escenificar la toma de la línea Mareth , ya que los hechos tuvieron lugar de noche y fue imposible registrarlos.



Según un oficial del cuerpo de fotógrafos, ningún documental, real o preparado, podía acercar al espectador a la verdadera guerra. Para lograrlo – decía – “se les debía someter a un ruido ensordecedor, llenar la sala de humo y polvo hasta dejarles casi ciegos, exponerles a los olores de cadáveres en descomposición y disparar al azar hiriendo a unos cuantos. Entonces sí conocerían lo que es una guerra, pero me temo que poca gente estaría dispuesta a entrar en una sala de cine.”


A pesar de ello, los fotógrafos y camarógrafos nos permitieron atisbar la cruda realidad de la guerra, por lo que les debemos un merecido reconocimiento


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