GUIÓN
Steven Zaillian
Steven Zaillian
MÚSICA
John Williams
John Williams
FOTOGRAFÍA
Janusz Kaminski (B&W)
Janusz Kaminski (B&W)
PRODUCTORA
Universal Pictures / Amblin Entertainment
Universal Pictures / Amblin Entertainment
PREMIOS
1993: 7 Oscars: Película, director, guión, montaje, música, dirección artística, fotografía
1993: 7 Oscars: Película, director, guión, montaje, música, dirección artística, fotografía
1993: 3 Globos de Oro: Película: drama, guión, director. 6 nominaciones
1993: 7 premios BAFTA, incluyendo película, fotografía, montaje, bso. 13 nominaciones
1993: Nominada al Cesar: Mejor película extranjera
1993: National Board of Review: Mejor película
1993: 3 premios Círculo de críticos de Nueva York, incluyendo Actor secundario (Fiennes)
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Oskar Schindler (Liam Neeson), un hombre de enorme astucia y talento para las relaciones públicas, organiza un ambicioso plan para ganarse la simpatía de los nazis. Después de la invasión de Polonia por los alemanes (1939), consigue, gracias a sus relaciones con los nazis, la propiedad de una fábrica de Cracovia. Allí emplea a cientos de operarios judíos, cuya explotación le hace prosperar rápidamente. Su gerente (Ben Kingsley), también judío, es el verdadero director en la sombra, pues Schindler carece completamente de conocimientos para dirigir una empresa.
Spielberg estremeció al mundo con su desgarrador y magistral relato de las víctimas del holocausto nazi. Asombrosamente contada, "La lista de Schindler" es una poderosa y compleja narración que desarma al espectador ante la visión de una angustia casi inaguantable, no exenta de una visión esperanzadora del hombre. Su gran mérito no fue el unánime reconocimiento de la crítica, ni tan siquiera sus 7 Oscars incontestables. El gran legado, el impagable logro del inteligente realizador americano con esta impresionante película fue su merecidísimo éxito de taquilla, fue exprimir su talento y usar su fama de director "comercial" para recordar a las generaciones que no vivieron la Segunda Guerra Mundial que tal barbaridad existió.
Su origen judío y el nazismo han sido elementos que siempre han obsesionado al genio americano, y para comprobarlo sólo hay que ver la reciente Munich y la primera y tercera parte de Indiana Jones. Pero con esta película, Spielberg realizó su obra más catártica, el fin de una etapa en su carrera, y la muestra de que sus miedos y obsesiones habían madurado, y que en cierto modo se enfrentaba a ellos. Spielberg dirige la cinta con una maestría insuperable, con un control y una planificación totalmente hitchcockiana. Realizó el retrato más duro del mayor crimen cometido por el ser humano, y sale airoso de ello. En esta película olvida se encuentran otras de sus obsesiones, como la necesidad de la unión familiar, aunque en ningún momento cae en el sentimentalismo barato que muchos le achacan al resto de su filmografía. Nos narra el viaje al horror de un grupo de personas, nos hace sentirnos dentro de los agobiantes trenes a pleno sol, y en las duchas de los campos, dónde la tensión se mezcla con el miedo y el bochorno, creando en el espectador una sensación de desolación que tienen la suerte de no vivir. A pesar de ello, Spielberg también piensa en la taquilla, y dulcifica algunas de las secuencias más duras de la película, especialmente en el guetto y en los campos, usando el montaje y la música de una forma que da al traste con sus pretensiones de rodar dichas partes a modo de documental. Otro punto a destacar son las interpretaciones. Siendo un director al que se le critica mucho este aspecto, aquí ofrece un recital de dirección interpretativa, y desde Liam Neeson, hasta Ben Kingsley, pasando por Ralph Phiennes, dan un curso acelerado de interpretación, siendo incomprensible que no ganaran oscar ninguno.
¿ Cómo puede una niña pequeña perdida entre la multitud ejemplificar de una manera tan perfecta el puro horror ante la masacre ? Spielberg logró que el espectador se sintiera, al igual que Oskar Schindler en su caballo, abrumado al ver cómo una pequeña niña caminaba sola por el guetto en medio de la masacre, y con el paso del tiempo, dicha secuencia ha permanecido grabada a fuego en el subconsciente colectivo como una de esas imágenes de un poder visual único. Spielberg calló las bocas de aquellos que le tachaban de mero director de productos ultracomerciales con esta película necesaria, soberbia, hermosa, y demostrando a todo el mundo que si se pone serio, no pierde ni un ápice de calidad.
Su origen judío y el nazismo han sido elementos que siempre han obsesionado al genio americano, y para comprobarlo sólo hay que ver la reciente Munich y la primera y tercera parte de Indiana Jones. Pero con esta película, Spielberg realizó su obra más catártica, el fin de una etapa en su carrera, y la muestra de que sus miedos y obsesiones habían madurado, y que en cierto modo se enfrentaba a ellos. Spielberg dirige la cinta con una maestría insuperable, con un control y una planificación totalmente hitchcockiana. Realizó el retrato más duro del mayor crimen cometido por el ser humano, y sale airoso de ello. En esta película olvida se encuentran otras de sus obsesiones, como la necesidad de la unión familiar, aunque en ningún momento cae en el sentimentalismo barato que muchos le achacan al resto de su filmografía. Nos narra el viaje al horror de un grupo de personas, nos hace sentirnos dentro de los agobiantes trenes a pleno sol, y en las duchas de los campos, dónde la tensión se mezcla con el miedo y el bochorno, creando en el espectador una sensación de desolación que tienen la suerte de no vivir. A pesar de ello, Spielberg también piensa en la taquilla, y dulcifica algunas de las secuencias más duras de la película, especialmente en el guetto y en los campos, usando el montaje y la música de una forma que da al traste con sus pretensiones de rodar dichas partes a modo de documental. Otro punto a destacar son las interpretaciones. Siendo un director al que se le critica mucho este aspecto, aquí ofrece un recital de dirección interpretativa, y desde Liam Neeson, hasta Ben Kingsley, pasando por Ralph Phiennes, dan un curso acelerado de interpretación, siendo incomprensible que no ganaran oscar ninguno.
Con esta cinta, Spielberg realizó una poesía viviente, una obra totalmente lírica sobre el horror y la demencia del hombre, un maravilloso canto a la vida, a la esperanza en la oscuridad, y le da voz a un pueblo silenciado y humillado durante siglos, que por fin vio cómo su sufrimiento era relatado con manos serias, y todo ello es posible gracias a un hombre, Oskar Schindler, el mayor mecenas del siglo XX, y probablemente de la historia, el mecenas de lo más valioso e importante de este mundo: la vida
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