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domingo, 14 de agosto de 2011

Días de gloria (Indigènes)


TÍTULO ORIGINAL Indigènes (Days of Glory)
AÑO 2006

DIRECTOR Rachid Bouchareb
GUIÓN Rachid Bouchareb, Olivier Lorelle
MÚSICA Armand Amar
FOTOGRAFÍA Patrick Blossier

REPARTO Jamel Debbouze, Samy Nacéri, Sami Bouajila, Roschdy Zem, Bernard Blancan, Mathieu Simonet, Benoît Giros, Mélanie Laurent

PRODUCTORA Coproducción Argelia-Francia-Marruecos-Bélgica

PREMIOS

2006: Nominada al Oscar: Mejor película de habla no inglesa
2006: 2 premios en Festival de Cannes: Mejor actor, director. 3 nominaciones
2006: Cesar: Mejor guión original. 9 nominaciones

SINOPSIS Año 1943. Jamás han pisado suelo francés, pero ahora, por causa de la guerra, Saïd, Abdelkader, Messaoud y Yassir, cuatro argelinos musulmanes, se presentan voluntarios al ejército francés: van a alistarse para liberar a la madre patria del enemigo nazi: lo mismo que otros 130.000 "oriundos". Además de enfrentarse a los nazis, deberán sufrir la intolerancia y el racismo de sus compañeros, sus superiores y sus supuestos aliados. Olvidados por la Historia, estos héroes saldrán victoriosos en Italia, en Provenza y en los Vosgos antes de quedarse solos en la defensa de una aldea alsaciana frente a un batallón alemán.

Es una historia acerca de lo que siempre se ha definido como la carne de cañón. Aquellos sujetos que han sido catalogados como el furgón de cola de un metafórico tren militar, aparecen como personas que sueñan y se enamoran, que quieren ascender en el escalafón de la vida y, especialmente, que no desean morir. Es evidente que también son personas, a pesar de sus orígenes.

Rachid Bouchareb nos retrata una escuadra de infantería formada por un grupo de magrebíes reclutados por el ejército francés en la segunda guerra mundial.

Las grandes exigencias al sacrificio no se corresponden con un trato adecuado. Se palpa el chovinismo y el eterno discurso a la defensa de valores patrios y nacionalistas que a esas gentes les son ajenos. Defienden unos terrenos que no son los suyos y donde encuentran rechazos e incomprensiones, entre breves excepciones de retazos de amor entre gentes tan sencillas como ellos mismos.

El film bebe de los clásicos bélicos, en especial "El Puente" de Vicky y algo de Fuller (algunas escenas del final recuerdan el "Salvad al soldado Ryan" de Spielberg) y está rodado con energía y buen oficio, con excelente resolución de las escenas de combates, donde prima el realismo y la pulcritud en el asesoramiento de la praxis militar.

Un buen film, totalmente recomendable, rodado con buen pulso y correctamente interpretado, que nos aporta un reultado muy creible. Constituye un excelente homenaje a los Mohamed y también a los Martínez, que se sacrificaron por una patria que no era la suya y cuya aportación, muy a menudo, ha sido silenciada por los que escriben la Historia, a pesar de que sus tumbas siguen cerca de donde libraron sus combates y sus nombres escritos en ellas.

Con él se pone de manifiesto que, hasta hace poco, la sociedad francesa ha cerrado los ojos a la contribución de los indígenas de sus antiguas colonias al esfuerzo bélico de la Segunda Guerra Mundial. Incluso cuando se produjo el fenómeno de la descolonización, el estado acabó retirando las pensiones a las que, como veteranos de guerra, tenían derecho. Por ello este film puede definirse como un acto de 'justicia poética', pues viene a poner la injusticia cometida ante la opinión pública, y lo hace con una trama repleta de humanidad, que nos recuerda que los que se encuentran en medio del fragor de la batalla son seres humanos, no importa el color de su piel, o el idioma en que se expresan. El grandioso lienzo de la lucha en Europa, donde se salta de un escenario bélico a otro, no impide, al contrario, la definición de una serie de personajes que vienen del Magreb dispuestos a luchar por los ideales que encarna la República de Francia, a la que consideran como su país, a pesar de que en ocasiones, demasiadas, sean tratados como ciudadanos de segunda.

Rachid Bouchareb (Little Senegal), gracias al documentado guión coescrito junto a Olivier Lorelle, sabe dar matices a los distintos tipos humanos que pululan por la trama, que encajan bien en determinados arquetipos, pero sin caer en tópico, con su punto de originalidad. El intelectual, que reclama un trato semejante al de los soldados nacidos en Francia, el analfabeto pero espabilado asistente del sargento, éste que se avergüenza de sus orígenes, los hermanos, muy unidos, el cabrero que encuentra el amor en una linda francesita. conforman una interesante y creíble galería de combatientes, encarnados por un reparto excepcional, premiado justamente en su conjunto en Cannes.

En cierto modo, se podría considerar el film deudor de títulos como Salvar al soldado Ryan, donde el fragor de la batalla -son espectaculares las escenas bélicas- no impide fijar la atención en un rico microcosmos. A tal efecto todo el tramo final, que se desarrolla en un pueblecito francés donde la suerte de los civiles depende de los magrebíes, esta desarrollado de un modo que roza la perfección. Su sacrificio frente a los alemanes es heroico, y el modo en que es olvidado, no por mala voluntad sino, y tal vez por ello, peor, porque en el fondo esos hombres no cuentan. La escena en que un soldado trata de recordar a un oficial cierta promesa es conmovedora por esa 'invisibilidad' forzada.


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