Con esta propuesta, el genial realizador inglés David Lean lograba su debut cinematográfico en el cual, con una narrativa tan sorpresiva como sugerente, nos introducía en la historia de los miembros de una tripulación cuyo barco era bombardeado por las fuerzas aéreas alemanas y no les quedaba otro remedio, al ser hundidos, que refugiarse en una balsa de salvamento.
Tras ese inicio, y en un montón de sucesivos flashbacks aportados por cada uno de los protagonistas, Lean desgranaba su historia con gran talento y una técnica suficientemente buena, donde los diálogos sobre el ámbito familiar en contraposición con las labores que desempeñaban, las situaciones que nos hablaban de su día a día antes de partir o algunos momentos que destilan pura nostalgia, la nostalgia del soldado abatido, aquel que debe abandonarlo todo, dejar aquello que más quiere atrás y arriesgarse, por obligación y para la protección de sus seres más queridos, eran quizá el pilar básico de una cinta tan inteligente como reflexiva.
Lo mejor de este trabajo, es que en ningún momento se esconde, y no se limita sencillamente a trazar una línea y quedarse tras ella, sino que va más allá, y pura muestra de ello son, por ejemplo, el discurso de la mujer de uno de ellos que, con el rostro repleto de dolor, realiza observaciones sobre como ellos anteponían aquello que les podía llevar a la muerte a cualquier otra cosa, o también el momento en que uno de los personajes decide abandonar su puesto ante el horror y la presión de aquel momento durante un ataque.
La veracidad que rezuman cada una de las interpretaciones, ofrece un punto de dramatismo que le viene excelentemente a un relato que, como no podría ser de otro modo viniendo de Lean, es sentido y realizado con pasión, aunque el genial cineasta aún estuviese en los albores de su carrera como director. También hay que atribuir méritos a ese tramo final, donde realmente se puede llegar a vislumbrar todo aquello que antes comentaba y, aunque esa voz en off que concluye deje un regusto amargo, por ese mensaje excesivamente patriotero y totalmente descolocado en una cinta donde no debería haber tenido lugar, "Sangre, sudor y lágrimas" se coloca como uno de los ejercicios del cine bélico con más espíritu de cuantos servidor haya podido ver, amen de poseer unas secuencias de guerra suficientemente bien rodadas, donde destaca una buena fotografía y un montaje que no da lugar a desatinos y nos sitúa muy bien en la acción.
TÍTULO ORIGINAL | In Which We Serve |
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AÑO | 1942 |
DIRECTOR | David Lean, Noël Coward |
GUIÓN | Noël Coward |
MÚSICA | Noël Coward, Clifton Parker |
FOTOGRAFÍA | Ronald Neame (B&W) |
REPARTO | Noël Coward, John Mills, Bernard Miles, Celia Johnson, Kay Walsh, Joyce Carey, Derek Elphinstone, Michael Wilding, Robert Sansom, Philip Friend, Ballard Berkeley, James Donald, Michael Whittaker, Richard Attenborough |
PRODUCTORA | Two Cities Films; Distribuida por United Artists |
PREMIOS | 1943: 2 nominaciones al Oscar: Mejor película, guión original 1942: National Board of Review: Mejor película 1942: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película |
SINOPSIS | Vida de los miembros de la tripulación del destructor Lord Mountbatten, que se hundió en el Mediterráneo, tras ser bombardeado en la batalla de Creta. El dramaturgo inglés Noël Coward, que deseaba hacer algo por su país en la II Guerra Mundial, se dedicó en cuerpo y alma a sacar adelante esta película: compuso el guión, participó en la producción, compuso la banda sonora e interpretó al capitán Edward Kinross. También colaboró, al menos oficialmente, en la dirección como ayudante de David Lean. |
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